A estas alturas puedo decir que es la experiencia más dura de toda mi vida. Estoy perdida por las calles del mundo sin más ayuda que mi ingenio y la buena fe de dos personas contadas. Quien no arriesga no gana, pero hay que tener en cuenta que a veces se pierde, y que la derrota es muy agónica.
En este caso, conviene activar el instinto de supervivencia y la inteligencia pura y dura que nos adapta a cualquier situación. Lo más inteligente es pasar página y aprender, sacar lo bueno de esto y resurgir de las cenizas.
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