Dulce introducción al caos
Quería aprender vicios verdaderos. El demonio se presentó. Representaciones vanas y enmascaradas, juegos de carne, estética exaltada de éxtasis, la sensualidad de la palabra entendida como la llamada a todos los sentidos. Un festival de exaltaciones y espasmos, un delirio sensorial, un clímax que mandó a la mierda el autocontrol.
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