Tienes un problema: una zarpa maldita, infecta, contaminada; como tu.
Parece mentira que tal insignificante parte del cuerpo, a la que apenas dedicamos unos miserables momentos en nuestras vidas, pueda martirizar tanto a una persona.
Menos mal que es un infierno pasajero, y tarde o temprano, la rabia, la zarpa y tu mala ostia, acabaran por irse.
sábado, 18 de diciembre de 2010
Lástima no haber nacido rallador de patatas.
Estoy cansada. Mi vida es una gran llanura, sin ningún cambio de rasante que rompa con la rutina.
Todo el día en el mismo sitió, y con los mismos culos. De vez en cuando, me cae la breva, y me presentan a un culo nuevo. Al principio son adorables y respetuosos, pero cuando cogen confianza, empiezan a traer a sus colegas los pies y varios personajes más que no quiero ni nombrar.
A menudo, me sacan de mi posición natural, y me llevan a otro lugar, muy húmedo por cierto, pero eso son apenas 4 horas. Pasado este corto periodo de tiempo, vuelvo.
El otro día llego lo que había esperado toda la vida: un culo inexperto.
Al principio se le veía tranquilo, pero a medida que el tiempo pasaba, el culo se iba tensando más. Yo, era la causa directa de su desesperación. A mi me gustaba. Aquel inocente culo, me estaba destensando mis atrofiadas esquinas, era un gozo, aunque al parecer él no pensaba lo mismo.
Me brindó unas miradas de altanería y desapareció. Nunca he sabido más de ese culo. Señores, el gozo es efímero, y más para una funda de sofá como yo.
Todo el día en el mismo sitió, y con los mismos culos. De vez en cuando, me cae la breva, y me presentan a un culo nuevo. Al principio son adorables y respetuosos, pero cuando cogen confianza, empiezan a traer a sus colegas los pies y varios personajes más que no quiero ni nombrar.
A menudo, me sacan de mi posición natural, y me llevan a otro lugar, muy húmedo por cierto, pero eso son apenas 4 horas. Pasado este corto periodo de tiempo, vuelvo.
El otro día llego lo que había esperado toda la vida: un culo inexperto.
Al principio se le veía tranquilo, pero a medida que el tiempo pasaba, el culo se iba tensando más. Yo, era la causa directa de su desesperación. A mi me gustaba. Aquel inocente culo, me estaba destensando mis atrofiadas esquinas, era un gozo, aunque al parecer él no pensaba lo mismo.
Me brindó unas miradas de altanería y desapareció. Nunca he sabido más de ese culo. Señores, el gozo es efímero, y más para una funda de sofá como yo.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Resentida
Son ya muchas gotas las que han caído, y no se cuantas más podré aguantar.
Al principio te esperaba con alegría, después, esa alegría se transformó en ansia; más tarde vino la compresión y asimilación de la realidad. Cuando por fin lo entiendo, parece ser que tú no y vuelves a hacerme dudar.
Esto es la historia de nunca acabar. A ver si tienes un rato y le buscas un final, que las historias demasiado largas cansan.
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